(Primera parte aquí; segunda parte acá.)
Un muchacho llegó a recibir el carro. Mi esposo le dió las llaves y se sentó a esperar en la sala. Pero, curioso, se quedó mirando por la ventana al muchacho mientras caminaba hacia el carro. El joven se montó en el carro y lo puso en marcha. De momento, frenó abruptamente. El muchacho se bajó corriendo del carro. Mi esposo se moría de la risa. Sabía que le había dado la bofetada apestosa.Cuando terminaron con el carro, mi esposo lo fué a inspeccionar. Apestaba todavía. El Macareno fué a reclamar."Y... ¿el new car scent?" - le preguntó al muchacho."Pfff... Brother... Eso no tiene remedio..." - le contestó.
"¿No pueden hacer más nada?" - insistió mi esposo.
"Si fuera que está abomba'o por humedad, o algo así, pero... ¡Nah! Te has podido... ¡Este carro apesta a perro muerto!" - le decía el muchacho con un tono burlón."Yeah, yeah... A Perro Muerto con Cherry©..." - comentó entre dientes mi esposo. En eso lo llamé porque se me había vaciado una goma."Ya llamé a Asistencia en la Carretera, no te preocupes. Era para que supieras" - le dije.
"¿Dónte estás?" - me preguntó. Yo estaba a unos 5 minutos de él. "Te acompaño. Salgo ahora para allá".
Cuando llegó, ya el muchacho de Asistencia en la Carretera había llegado y me estaba cambiando la goma. Mi esposo me saluda, y..."Mi amor... ¡Apestas! ¿No fuiste a lavar el carro?" - pregunté confundida. El muchacho nos miraba extrañado (digo, a lo mejor había sido víctima de la bofetada apestosa). Esta vez la peste era aún peor. Era como si al Pollo Podrido con Cherry© lo hubieran rociado con orín de gato... ¡Horrible!"Hicieron lo que pudieron..." - me cntestó. "Oye... Ese New Car Scent huele como a mea'o de gato, ¿no? ¡Agh!" - me decía mi esposo mientras se olía la ropa. (My point exactly...)La goma se había vacíado por culpa de un clavo. Mi esposo decidió llevársela ya que al lado de su oficina había un sitio en donde la podían reparar. La montó en su baúl y nos despedimos.
En la noche, llegué a casa, abrí la marquesina y estacioné mi carro. Ya mi esposo había llegado y su carro estaba en la marquesina. No hago más que bajarme y me dá la bofetada apestosa... Lo llamé gritando como una demente. Mi esposo salió preocupado a ver qué me pasaba."¡Me haces el favor y sacas ese carro apestoso de esta casa!" - le ordené."Pero, ¿dónde lo voy a dejar?" - me preguntó."¡No me importa! ¡Cualquier sitio menos aquí! Qué se yo... ¡Lejos! ¡En la entrada de la urbanización!" - yo me puse como un guavá. "Ay, déjalo allá arriba, en la esquina... ¡Y no lo vuelvas a meter aquí!" - le respondí."Arreglé la goma..." - me dijo con el rabo metido entre las patas, como perrito arrepentido que espera una recompensa..."Muy bien. Gracias" - le dije indiferente. "Guárdala donde va y desaparece tu carro de mi vista."Guardó la goma en compartimiento del baúl de mi carro y se fué a mover el suyo.
La mañana siguiente, cuando entré a la marquesina, ¡al fin! La bofetada apestosa brillaba por su ausencia. Hasta que abrí el baúl de mi carro para guardar mi maletín... ¡Zas! Allí estaba escondida la bofetada... Ahora mi baúl apestaba por culpa de la goma, que había estado por tan solo medio día en el baúl de mi esposo. "¡Maldición!" - grité. Ya yo estaba que lloraba de la rabia...
Mi esposo me sacó la goma del baúl y la puso a un lado en la marquesina. Le dí pon hasta su carro, y nos fuimos a trabajar.
Esa tarde, pasó por mi oficina (apestoso otra vez) a llevarme unos tangramas de plástico. Era un artículo promocional de la compañía donde trabajaba. Eran como 30, todos de colores, muy lindos.
"Pensé que le iban a gustar a tus estudiantes" - me dijo. El pobre parece que me hacía un peace offering por toda la desdicha que estaba pasando por culpa de la maldición del pollo.
"Ahora mi baúl apesta, ¿sabes?" - le dije tristemente.
Repartí los tangramas entre los estudiantes. Todos estaban muy emocionados con el juguete nuevo. Y todos decían segundos después de comenzar a jugar con ellos: "Erm... Esto apesta..." ¡Hasta los tangramas cayeron presos de la maldición del pollo!
Esto fué terrible... Pasaron semanas antes de que el terco de mi esposo cambiara el carro. Es que en verdad no sabía con qué cara se iba a presentar en Popular Leasing para cambiar el carro porque estaba apestoso. Pero ya no podíamos más con la maldición...
Mi baúl no tuvo remedio, pero, felizmente, la peste nunca llegó al interior del carro. En la marquesina instalamos un filtro para eliminar los malos olores, como los que usan en los salones de belleza y en algunas barras. Me lo prestó una vecina. Por las noches, dejaba el baúl abierto y prendía el aparato. En las instrucciones decía que eliminaba olores como los del cigarrillo, la acetona, fijador de callello (ay, qué fina... hairspray), humedad, etc. Pero en ningún sitio decía que era capaz de eliminar el olor a Pollo Podrido con Cherry y Mea'o de Gato©. Así que, hasta que lo vendí (3 años después), siempre tuve un pote de Febreeze en el baúl, para controlar un poco el mal olor.
Cuando mi esposo fué a devolver el carro, hizo el express check-out, para no tener que verle la cara a ningún dependiente. Con su cara de lechuga, alquiló otro carro, sin ningún incidente. Cuando salía del establecimiento, se percató de que un muchacho se dirigía a recibir el carro apestoso. Se apresuró y con su cara de "yo no fuí", se montó en el carro nuevo. Lo prendió a toda prisa, y mientras salía del estacionamiento, miró por el espejo retrovisor. La escena se repetía: el muchacho se montó en el carro, lo puso en marcha, frenó abruptamente, y salió como una centella... Otra víctima de la bofetada apestosa.
Mi esposo soltó una carcajada, y se fué feliz y contento, al fín liberado de la maldición del pollo.