Una pareja estaba jugando al golf en un campo muy distinguido, rodeado de bellísimas mansiones.
En el tercer golpe, el marido le dice a la mujer: - Querida, ten cuidado al pegarle a la pelota, no sea que la mandes a una de esas casas y rompas un vidrio. Va a costar una fortuna repararlo.
No alcanzó a terminar la frase cuando ella da un golpe y la pelota se va directamente contra una ventana de la mejor casa.
El le reprocha: - Te dije que tuvieras cuidado. ¿Y ahora qué vamos a hacer?
Ya más tranquilo el marido le dice: - Vamos a pedir disculpas y ver cuánto nos va a costar el arreglo.
Van hasta la casa, golpean y desde adentro una voz responde: - Pueden entrar, la puerta está sin llave.
Abren la puerta y ven todo el vidrio disperso por el piso, una botella rota cerca de la mesa y a un hombre con aspecto distinguido sentado en un sillón que les dice: - ¿Ustedes son los que rompieron la ventana?
- Si... - responde el marido con timidez - y lo sentimos mucho. Queremos pagar el daño.
- De ninguna manera, soy yo el que debe agradecerles. Soy un genio que estuvo preso en esa botella durante miles de años. Ustedes me liberaron. Por eso puedo concederles tres deseos: les doy uno a cada uno y me guardo el tercero para mí.
- ¡Qué bien! - dice el marido -, yo quiero un millón de dólares cada año, durante el resto de mi vida.
- No hay problema. Es lo menos que puedo hacer por mi libertador.
- Yo quiero una casa en cada país del mundo - agrega ella.
- Tu deseo está realizado.
- ¿Y cuál es tu deseo, Genio? - pregunta intrigado el marido.
Se toma unos segundos y dice el genio: - Desde que quedé preso en esa botella, hace miles de años, no tuve oportunidad de tener sexo. Mi deseo es acostarme con tu mujer porque siempre soñé hacerlo con la primera mujer que viera.
Bueno, querida, nos ganamos un montón de dinero y todas esas casas. No sé qué piensas tú, pero es una sola vez. Creo que no está pidiendo mucho.
La mujer asiente entusiasmada... - El tipo no está tan mal - pensó.
El Genio la lleva a un cuarto y pasa alrededor de tres horas con ella dándole con todo.
Al finalizar, mientras se visten, el Genio la mira y le pregunta: - Dime, tengo una curiosidad: ¿Cuántos años tiene tu marido?
- Treinta y cinco - responde ella.
- ¿Y todavía cree en genios?
En el tercer golpe, el marido le dice a la mujer: - Querida, ten cuidado al pegarle a la pelota, no sea que la mandes a una de esas casas y rompas un vidrio. Va a costar una fortuna repararlo.
No alcanzó a terminar la frase cuando ella da un golpe y la pelota se va directamente contra una ventana de la mejor casa.
El le reprocha: - Te dije que tuvieras cuidado. ¿Y ahora qué vamos a hacer?
Ya más tranquilo el marido le dice: - Vamos a pedir disculpas y ver cuánto nos va a costar el arreglo.
Van hasta la casa, golpean y desde adentro una voz responde: - Pueden entrar, la puerta está sin llave.
Abren la puerta y ven todo el vidrio disperso por el piso, una botella rota cerca de la mesa y a un hombre con aspecto distinguido sentado en un sillón que les dice: - ¿Ustedes son los que rompieron la ventana?
- Si... - responde el marido con timidez - y lo sentimos mucho. Queremos pagar el daño.
- De ninguna manera, soy yo el que debe agradecerles. Soy un genio que estuvo preso en esa botella durante miles de años. Ustedes me liberaron. Por eso puedo concederles tres deseos: les doy uno a cada uno y me guardo el tercero para mí.
- ¡Qué bien! - dice el marido -, yo quiero un millón de dólares cada año, durante el resto de mi vida.
- No hay problema. Es lo menos que puedo hacer por mi libertador.
- Yo quiero una casa en cada país del mundo - agrega ella.
- Tu deseo está realizado.
- ¿Y cuál es tu deseo, Genio? - pregunta intrigado el marido.
Se toma unos segundos y dice el genio: - Desde que quedé preso en esa botella, hace miles de años, no tuve oportunidad de tener sexo. Mi deseo es acostarme con tu mujer porque siempre soñé hacerlo con la primera mujer que viera.
Bueno, querida, nos ganamos un montón de dinero y todas esas casas. No sé qué piensas tú, pero es una sola vez. Creo que no está pidiendo mucho.
La mujer asiente entusiasmada... - El tipo no está tan mal - pensó.
El Genio la lleva a un cuarto y pasa alrededor de tres horas con ella dándole con todo.
Al finalizar, mientras se visten, el Genio la mira y le pregunta: - Dime, tengo una curiosidad: ¿Cuántos años tiene tu marido?
- Treinta y cinco - responde ella.
- ¿Y todavía cree en genios?
9 comentarios:
JAJAJAJAJAJ!!
Que clase de anormal el marido y que HP el geniooooo...
jajaja...muy bueno.
JAjajAJAJjjAJjajAJaj Que mal... esta bien cruel jajaja...
Jajaja... No me esperaba ese final!
ja Burn!!!
Ja ja ja muy bueno!!!
Jajaja... Gran contraste al final. Tuve que compartir el cuento en el trabajo con mis compañero, ya que comencé a reírme solo (la curiosidad mata). Todos nos reimos, la riza es contagiosa.
P.d. Gracias por tu visita y comentario a mi Blog. Espero que también te prepares en el Adviento.
Jerry
jajaaja estuvo bien bueno
Eres mala!!!
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